Cuando usamos Internet para trabajar, dialogar, o simplemente divertirnos, no nos imaginamos que existen detrás procesos y actores que debaten, proponen y deciden sobre lo que nosotros, como usuarios, podemos hacer o no en la red. Esto nos es indiferente porque asumimos que el Estado es el responsable de garantizar el acceso a la infraestructura, además de decidir y regular lo que está bien y mal hacer en ella. Pero la verdad es que Internet no tiene fronteras físicas ni está sujeto a alguna única institución o país, su naturaleza abierta y distribuida le permite estar en todas partes y recuperar información de muchos lugares. Por Gloria Patricia Meneses. Lee más en Las dos orillas.