Compartir no es un delito

Por Pilar Sáenz

Cuenta mi madre que durante mis primeros años en el colegio solía repetirse una escena con cierta frecuencia… yo, una dulce niña de 5 o 6 años, pidiéndole que me comprara de nuevo lápices o colores, ante lo cual ella sorprendida me preguntaba qué había hecho con los que tenía, a lo que invariablemente respondía que los había compartido con algún otro compañero de clase que no tenía. Para mí, a esa tierna edad tenía mucho sentido compartir las cosas que tenía, aun cuando supiera que me esperaba un pequeño regaño. La escena siempre terminaba conmigo recordándole a mi madre que ella siempre me había dicho que debía aprender a compartir con otros y que yo estaba actuando en consecuencia. Compartir era bueno. Continúa en Las2orillas.com

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